Dicen que el primer argentino que rebautizó a Messi como 'La pulga' fue su primer entrenador, Aparicio, que vio algo diferente en aquel niño tan pequeño que comenzaba a correr y a domar un enorme balón para su estatura en el Grandoli, club de Rosario muy cercano al domicilio de Leo. El apodo, que pasa por simpático pese a lo desagradable del parásito, sí le describe futbolísticamente, pues el '10' del Barça 'pica' sin que sus rivales sean conscientes del daño que les va a hacer.
El partido puede parecer dormido, los centrales creen tenerlo todo controlado, cuando de repente se les ha colado Messi con un quiebro o una pared y ya está fusilando al portero. Es todo lo contrario al mote que define a Radamel Falcao, 'El tigre', mucho más visible, pero con un poderío único para intimidar a sus contrincantes y convertir sus zarpazos en goles. El colombiano incluso utiliza una silueta con el rugido del citado felino como carátula en su web, mostrando su alias con más orgullo que el argentino, algo lógico teniendo en cuenta las características físicas del bicho que le ha tocado.
Los dos apodos valen para reflejar la lucha de estilos entre los dos delanteros que se van a enfrentar esta noche por primera vez a nivel de clubs en el Barça-Atlético, aunque ya lo han hecho con sus respectivas selecciones. Messi es el mejor ejemplo del 'falso 9' moderno, puede que el pionero, pues la figura prácticamente ha sido inventada por Guardiola, que prefiere que la defensa rival no tenga una referencia a la que fijar el marcaje. Fue el técnico de Santpedor quien supo apreciar que en la banda derecha su talento estaba desaprovechado. Y lleva ya tres años respondiendo con asistencias y goles, cinco de ellos en las primeras cuatro jornadas.
La misma 'manita' ha conseguido Radamel Falcao (comparten 'Pichichi' con Soldado), recién llegado del Porto y con otras cualidades distintas. El '9' rojiblanco es el fiel representante del delantero centro de antaño: corpulento, de remate fácil con las dos piernas, gran cabeceador, movimientos sencillos pero muy efectivos... Es una garantía de gol y en pocos días ha conseguido lo más difícil: la afición colchonera ya no añora a Forlán y Agüero.
Curiosamente, Messi y Falcao, casi contemporáneos, nacidos en junio de 1987 y febrero de 1986 respectivamente, tuvieron una remota posibilidad de jugar juntos. River Plate, equipo que rechazó sufragar el tratamiento hormonal que necesita el pequeño Leo, fue el primer trampolín de Falcao hacia Europa.
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